Básquet

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04/07/2020

La vocación por enseñar y la dedicación, las virtudes del juego de "Bocha"

"Bocha" hoy, junto a su gran compañera en 36 años de su vida: la "naranja".
"Bocha" hoy, junto a su gran compañera en 36 años de su vida: la "naranja".
Daniel Calvo sumó 36 años junto al básquet, priorizando los valores, el juego y el disfrutar. Italia Unida, Deportivo Roca y Del Progreso y cientos de chicos fueron testigos del gran trabajo de un entrenador sencillo y de perfil bajo.

Una vida unida a la enseñanza, a la educación, a la vocación por inculcar valores. Y por supuesto, a su amor por el básquet. Para muchos es Daniel Calvo, pero para todos es “Bocha”, el profesor de Educación Física y entrenador que dejó grandes recuerdos, consejos y mucho más en cientos de chicos que disfrutaron de sus clases y entrenamientos. Hoy, ya alejado de las canchas, es tiempo de recordar esos grandes años.
Y no es tarea sencilla, en poco más de una hora de charla, resumir una historia tan rica en la que hay de todo: emociones, nostalgia, alegrías, anécdotas y vivencias imborrables.

Daniel tiene 62 años, nació el 17 de mayo de 1958, en suelo roquense, viviendo la infancia en Don Bosco y Mitre, lugar en el que papá tenía una tintorería. Es el mayor de cuatro hermanos. Ana María, Carlos y María Silvina son los otros. Más adelante fue tiempo de armar su propia familia, acompañado por su esposa María Cecilia y con dos hijos, María Sol y Tomás. Y ya es abuelo de Joaquín (4 años), el primer hijo de María Sol y Sergio.
“Y la cuarentena la vamos llevando, como todo el mundo, con paciencia y esperando. Es algo nuevo para todos. Es un aprendizaje más. Con la habilitación saldremos a andar en bicicleta y caminar un poco. ¿Qué se extraña más? Y contactarse con el resto de la familia, en especial estar cerca de mi nieto Joaquín”, contó el experimentado entrenador al iniciar la entretenida charla.

                             

                             Los hermanos. En Patagones, Daniel y Carlos.

Y por supuesto, hay que arrancar por el apodo, algo que nunca se cansa de contar y que se ilustra con anécdotas. “Bocha es mi hermano Carlos, quien fue un gran jugador y que brilló en Bahía Blanca, llegando a jugar en un amistoso de estrellas, él como refuerzo juvenil, con Mandrake Alberto Cabrera y que luego sumó una rica experiencia en Liga Nacional, en especial con Gimnasia y Esgrima de Pergamino. No sé si fue un reto ó algo que le pasó, pero en la escuela, los compañeros empezaron a tocarle la cabeza, a decirle Bochita y le quedó y yo pasé a ser Bocha por ser el mayor. Luego el creció, es más grande que yo físicamente y pasó a ser también Bocha (risas). ¿Sí me han confundido con él? Sí, varias veces y hasta creo que varios padres mandaron a sus hijos a las clases pensando que yo era él (risas) y también llegaban comentarios sobre mi juego, que era el de él”, resumió a la hora de repasar el comienzo de un apodo por el que lo hicieron muy conocido en el ambiente regional.

“Creo que desde joven me di cuenta que quería enseñar, tener la vocación de educar”

Con un domicilio ubicado a una cuadra y media del club Del Progreso, fue imposible no caer en las tardes de pileta y jugar al básquet a cielo abierto en ese escenario. Allí comenzó, en la infancia, a gestarse el camino deportivo de “Bocha” que lo tuvo 36 años ligados a la disciplina de los aros, asistencias, dobles y triples.

“Era ir al club con un grupo de amigos y pasar toda la tarde allí. La llegada era para jugar y esperar que a las 15 horas se abriera la pileta. Por entonces, en básquet, Del Progreso tenía una primera muy fuerte y estaba creciendo en formativas. Llegué a los 10 años y estuve hasta los 20. Fue una hermosa etapa. Pude jugar en cadetes, juveniles y primera, en una camada en la que estuvieron Grandoto, Sarasola, España, Lecot, Campitelli, Cinti, Eibar y Mozzoni, entre otros”, recordó “Bocha” sobre la infancia y la adolescencia.

Por supuesto que es motivo de consulta saber por el “Calvo jugador” y Daniel no duda en autodefinirse, aunque no es lo suyo. “Era un jugador de equipo, me gustaba compartir momentos y jugar. Creo que desde joven me di cuenta que quería enseñar, tener la vocación de educar y no la de ser jugador”, se expresó al momento de hablar de sí mismo, algo no sencillo por su bajo perfil.

                                  

Tras terminar el secundario, “Bocha” no pudo seguir estudiando de manera inmediata y se puso a trabajar, pero jamás dejando de pensar en su título terciario. A los 20 años se mudó a Viedma para buscar recibir de profesor de Educación Física. Y fue así, pero siempre muy ligado al básquet y la enseñanza.

“En 1979 me fui a Viedma a estudiar, pero necesitaba trabajar para ayudar a mis padres y Del Progreso me hizo el contacto con Atenas de Patagones y pude sumarme a la tarea en el mini básquet del club. Estudiaba de lunes a viernes y los fines de semana estaba en Atenas con los chicos. También, en esos tres años jugué en la primera, junto, por ejemplo, a Pascual Lavoratornuovo. Y en ese primer año, por ejemplo, pude estar en mi primer Encuentro nacional de Mini jugando y conociendo el club Boca Juniors. Fueron tres años muy lindos”, resaltó el experimentado DT.

El regreso a casa para seguir ganando experiencia y no dejar de aprender
En 1982, “Bocha” pegó la vuelta a casa, con el título terciario y muchas ganas de seguir ligado a la enseñanza en el básquet. Del Progreso volvió a darle la bienvenida y siguió ligado al “semillero” de la institución. Hasta 1986 fue repartiendo consejos, enseñanza y también incorporando mucho de sus dirigidos. El aprendizaje siguió siendo mutuo.

                                  

                                  "Bocha" en Del Progreso con los chicos de mini. En 1984

En 1987 apareció el club Italia Unida en su vida. “El club quería formar la escuela de básquet y me entero por un amigo, Roberto Caldart, a quien su papá (Gabriel) le pidió que me consultara si no quería sumarme al proyecto. Y arrancamos. El gimnasio ya estaba, faltaban los aros, pero había muchas ganas de hacer cosas y crecer. Y todo se dio de a poco. Yo daba clases en la Escuela 32 y con el boca a boca fueron llegando chicos. En dos o tres años se consiguió ya el tablero de cristal, de acrílico y con el sube y baja y para mover los aros para los más chiquitos. Se armó una Comisión Directiva fuerte, con un gran grupo de padres. Esa etapa se dio entre 1987 y 1995, haciendo base en Mini, pero también con la conducción de Infantiles y Cadetes en 1988”, siguió repasando Calvo quien tampoco olvida a sus profesores de básquet, Elio Durán, Eduardo Menni y Alberto Dal Molin.

                                      

               En el gimnasio de calle Sarmiento, en Italia Unida, su segunda casa.                        

El Depo, otra etapa que sirvió para seguir creciendo
Entre 1996 y 1999, “Bocha” llegó a Deportivo Roca, también para apuntalar el “semillero”. “Fue otra linda etapa. Me fue muy bien y tengo grandes recuerdos de trabajar con Juan Carlos Occhionero, Leo Sarmiento y los padres que siempre apoyaron. Mario Spada estaba al frente del proyecto de formativas y me sumé para estar en Mini con Pulguitas, Mini y Preinfantiles. Con Preinfantiles vivimos algo muy lindo con el título en el Provincial y luego lograr el primer puesto en el Argentino de Junin en 1998. Viajamos en el colectivo de la primera, sumamos días inolvidables con un excelente grupo de chicos.

                                       
                Con Deportivo Roca, en el Argentino de Mini, encuentro realizado en 1999.

Con el Depo pudo seguir mostrando su gran capacidad de llegada a los chicos y las ganas por enseñar, pero la vida le guardaba otro regreso a Italia Unida, su casi segunda casa.

“Lo del Depo fue muy lindo, pero creo que lo afectivo volvió a poder un poco más y regresé a Italia Unida. Eso fue en el 2000”, sintetizó “Bocha” sobre la decisión de iniciar una nueva etapa como entrenador en el básquet formativo.

Las últimas escalas antes de la despedida
Italia Unida lo recibió con los brazos abiertos y esperando por aprovechar toda su experiencia. “Al club llegó Gabriel Cuello trabajar como preparador físico y en 2001, Gabi se hizo cargo de la conducción de las divisiones formativas y yo seguí en Mini. Así estuvimos jugando hasta 2007 en las competencias de la Asociación Alto Valle. Luego decidimos, como club, no continuar allí y desde 2008 arrancamos a participar de la Liga Municipal. Siempre con la meta que los chicos pudieran divertirse, disfrutar y jugar”, resumió Daniel sobre ese tramo de su vida como formador.

Y si bien el objetivo nunca fue pensar en logros deportivos, hubo varios y muchos fueron inolvidables. Como por ejemplo, participar en 2006 de la Liga Patagónica, competencia en la que los “itálicos” fueron protagonistas jugando en primera, infantiles y cadetes. “Fue una linda experiencia para seguir desarrollando a las formativas. Y en primera, el orgullo de tener un equipo juvenil con muchos chicos que venían jugando juntos hace varios años. El transporte estaba cubierto por un acuerdo entre la Federación y la provincia y cada club se hacía cargo del arbitraje y el alojamiento, siempre que jugaba de local. Se trabajó mucho para poder ser parte de ello y se aprovechó al máximo. Como también lo fue el Integración y la participación provincial”, contó “Bocha” sobre el protagonismo en esas citas.

Y hubo más. Una linda camada, con mucho talento y amistad, logró el título en Infantiles y Cadetes en el Asociativo y en Cadetes fue subcampeón en el Provincial, avanzando al Argentino de Clubes de la categoría en 2004 y sorteando cuatro instancias para quedar a un paso del Hexagonal final. “Los chicos dejaron atrás una etapa en Neuquén y luego otras dos más en las que se jugó con clubes de Mendoza para llegar a Zárate y terminar cerca de jugar el hexagonal final. Para ese grupo fue una etapa increíble y muchos de ellos la recuerda muy bien cada vez que nos ponemos a pensar en todo lo vivido”, afirmó, con un dejo de nostalgia en la voz, el siempre respetado entrenador.

Ese grupo tuvo a Santiago Gallo, Víctor Cordero Pizarro, Axel Hernández, Tomás Calvo, Cerezuela, Jodar, Sosa, Tronelli, Casanova, Gette, Aramburu y Buganem.

En 2003, en Preinfantiles, Italia Unida fue campeón provincial y se ganó su lugar para estar en el Argentino de Misiones. “La conducción fue de Gabriel Cuello, yo era asistente y terminamos quintos en el Hexagonal final. Ese equipo estaba integrado por Esteban Cordero Pizarro, Sánchez Rosso, Borra, Álvarez Somoza, Sena, Mújica, Righi, Rodríguez, Epifanio, Pelletay Coria, Marin y Curuchet. Fue otro gran aprendizaje”, rememoró “Bocha”.



En 2008 le dijo adiós al club por segunda vez, pero hubo una tercera y última etapa, entre 2010 y 2016 en la siguió dedicando mucho tiempo a enseñar, algo que hizo con placer. Ahí fue el cierre definitivo para una etapa de su vida en la que pasó miles de horas riendo, charlando, dando indicaciones, jugando y también aprendiendo.

Nada pendiente y dando lo máximo por la enseñanza
Entre sueños, logros y objetivos, para “Bocha” no quedó nada pendiente en su carrera como entrenador de básquet. “No quedó nada pendiente porque pude lograr lo que desde joven creo que tenía muy claro que era poder intentar enseñar y crecer junto a los chicos. Desde chico pude disfrutar de viajes, experiencias y lograr que otros, cuando fui entrenador, puedan también disfrutar de lo mismo es algo que me llena de orgullo. Que puedan conocer ciudades, escenarios deportivos y jugar es algo muy lindo. En lo personal pude estar en 11 encuentros Argentinos de Mini y era algo religioso llegar a esa cita con los chicos, además de estar en el Encuentro Provincial y jugar en Argentino de Preinfantiles. Eran fechas muy esperadas. Se trabajaba mucho para ello, los chicos disfrutaban la llegada de esas fechas y eso lo pude realizar en las diferentes etapas en las que estuvo en Del Progreso, Deportivo Roca e Italia Unida. Fueron experiencias únicas y hoy, muchos chicos, ya grandes y con familias propias, siguen recordando haber conocido el Monumental, Vélez, Boca, Estudiantes de La Plata, Independiente, Racing, Ferro, Huracán, Banfield y otros clubes que nos recibieron", siguió contando.

Su sencillez le impide volver a hablar de sí mismo, pero al decir “Bocha” Calvo, cuando se consulta a un ex dirigido, genera una respuesta automática de “gran persona y entrenador” y la misma va acompañada con una sonrisa por parte del ex jugador entrevistado. Y eso es algo que él sabe muy bien que generó luego de casi cuatro décadas de dejar todo por enseñar, pero en especial, por trabajar sobre los valores y la formación de la persona.

“Cuando eso pasa, cuando te dicen algo así se genera algo muy lindo…y uno se siente muy orgulloso de haber lograr ello. Uno apostó a la formación, darle un sentido al juego como también pasó en la escuela primaria. A muchos de los chicos los tuve hasta los 12 y 13 años y es una alegría enorme reencontrarlos y ver que ya tienen profesiones, familias, hijos y que se acuerdan de muchos momentos compartidos en el club y la escuela”, contó, con la voz entrecortada, un emocionado “Bocha”.

                             

Siempre ligado al deporte y disfrutando de correr, pedalear y nadar

Tras el cierre de su etapa en Italia Unida, “Bocha” le dejó la posta a su hijo Tomás y dividió su tiempo entre la familia y la práctica de otros deportes. “Siempre me gustó el deporte en general y nadar fue algo que hice desde chico como también andar en bicicleta como correr. Y ahora retomé y entre 2014 y 2016 pude ser parte de varios triatlones con bicicleta de ruta. Pude correr dos veces el Tria Carlos Soria en Roca, uno que se hizo en Cervantes y el Tria de Viedma en el marco de La Patagones – Viedma. También pude estar en tres K42 en Villa La Angostura. La idea es siempre hacer deporte. Ahora, porque así me lo impide una rodilla (risas), paré con el correr, pero sigo con la bicicleta. ¿El básquet es capítulo cerrado? Sí, pero uno siempre está disponible para prestar un libro o dar un consejo o dato cuando alguien te lo pide”, concluyó el carismático entrenador que ha dejado una huella imborrable en el deporte roquense. (TodoRoca)