15/10/2023

El psicólogo Gustavo Marin nos cuenta su "Viaje al Símbolo"

Viaje a México invitado por Yolanda Ramírez Michel una gran amiga escritora, editora, docente y mucho corazón. Cuando pensaba en México se me figuraban sus playas y sus grandes ruinas y monumentos Aztecas y Mayas. Pero ese no fue mi destino, ya que estuve en los Estados de Jalisco, Chiapas y Veracruz.

Y me encontré con algo que ni sabía que existía que son los Pueblos Mágicos en México, que es un programa que comenzó en el año 2001 para reconocer a las poblaciones del país que forman parte de la imaginación y memoria de las personas gracias a los recuerdos, costumbres o símbolos que representan. Un Pueblos Mágico es una comunidad, un pueblo con una gran cultura representada en leyendas, historia, hechos trascendentes, creencias y valores, que se abren como alternativa a ser visitados por “turistas” tanto nacionales como extranjeros, para compartir sus sabores, sus lugares, su idiosincrasia. Y es así que visite los Pueblos Mágicos de Ajijic y Tlaquepaque (Jalisco), San Cristóbal de las Casas (Chiapas), Coatepec y Xico (Veracruz).

Todo viaje de por sí, te expone a la incertidumbre, a lo nuevo, a salir de lo conocido, a perder algo de la tan apreciada estabilidad, zona de confort y control. De niño leía los Viajes de Simbad el Marino, y me atrapaban sus aventuras, y de grande entendí que la vida es una gran aventura, y que tenemos muchos viajes, ya sean elegidos o impuestos, externos o internos. Cuando nos enamoramos, cuando nos casamos, cuando tenemos hijos, cuando cambiamos de profesión o trabajo, cuando nos mudamos, cuando perdemos a alguien, cuando enfermamos, cuando el amor se va, cuando perdemos el sentido y la motivación, cuando transitamos una depresión, todos son viajes a lugares desconocidos, toda nuestra vida es un viaje, a veces hacia afuera, a veces hacia adentro.

En México me encontré con muchísimos Símbolos. Y quería explicarles lo que es un “símbolo”, pero me vi sobrepasado, es algo lo bastante abstracto y complejo como para decirlo en pocas palabras. Pero pueden profundizar por ustedes mismos ya que hay muchos textos y videos que desarrollan el tema. Prefiero intentar explicarlo con algo práctico: por ejemplo en varios lugares veía cruces, y pensé que venían de la religión católica que desembarco en forma conjunta con la colonización española, que se impuso sobre las culturas aborigen que estaban siendo conquistadas. Pero me llamaba la atención que las cruces que observaba en México, tenían colores, motivos dibujados, distintas formas, y al preguntar me dijeron que no se trata de un símbolo propiamente cristiano como muchos creen (como yo creía), pues en Grecia o en Mesopotamia también estaba presente la Cruz. Miles de años antes de la era cristiana, en la India, en Egipto, en China, en las culturas preincaicas de América, o en la Europa Neolítica y en el mundo Celta, siempre fue un símbolo presente.  La Cruz se representa con el número 4 y es el símbolo de la unión de los opuestos (arriba-abajo, derecha-izquierda), la unión del Cielo con la Tierra. Como decía aparece en muchas culturas antiguas como signo de los cuatro puntos cardinales integrados, también aparece en forma de cruz de rueda, como la andina o  cruz de gancho. La Cruz es un símbolo universal, pertenece a todas las culturas y a todos los tiempos. O sea, no podemos decir que un símbolo tiene un único significado. Es como en los sueños, lo que sucede en ellos es algo que nos está mostrando una significación particular con la vida, la historia, la situación y/o el contexto del soñante. Si soñamos con una serpiente, puede representar algo sexual, pecado, peligro, y/o también puede tener que ver con un cambio, conocimiento, una transformación, sanación, fuerza, adentrarnos en el misterio, abundancia, espiritualidad, como la serpiente emplumada Quetzalcóatl que es una deidad para los Toltecas.   

 Pasaron tres meses que empecé a escribir este texto, y no supe como seguir. Tengo una idea de lo que quiero transmitir en relación al símbolo, a la vida, pero no logro plasmarlo. Justo mi hija Daira viajo por primera vez a México a una carrera de aguas abiertas de 30 km y algo se activó para continuar escribiendo. Todo tiene su tiempo.

No me gusta el viento, sin embargo, me ha pasado cuando entro en contacto con el viento y alejo mi juicio, que surge en mí espontáneamente un sentipensamiento: “la fuerza de lo invisible”. Y algo de eso tiene el “símbolo”, es como que permite a lo invisible pasar a lo visible. Algo que percibimos internamente, lo sentimos con fuerza, y no lo podemos explicar, es un imposible, que al transformarse en un símbolo (una imagen, un objeto, algo observable y concreto), se manifiesta, aunque ambiguamente, pero lo podemos Ver, tiene un sentido, nos guía de alguna manera.

Un árbol, es un árbol, todos hemos visto árboles. Quizás para un hachero es algo a derribar, para un carpintero, materia prima para hacer muebles. Aunque para mi (y otras personas), un árbol es un símbolo. Sus raíces representan lo que nos sostiene y esta oculto, el inconsciente, los ancestros, la sombra, el estar enraizados, el contactar con la realidad, el pisar tierra firme. Y su tronco, el Yo, el cómo me muestro, cómo me integro, cómo me comunico con los demás, con lo interno, con lo de arriba y lo de abajo, cómo asimilo. Y la copa, el follaje, mis ansias de libertad, de ir hacia el futuro, lo trascendente, el dar frutos, expandirme, ir hacia la Luz, mis ramas son mis brazos para abrazar, para sentirme fraterno y unido a todo. A un árbol lo veo como un símbolo de la vida, de crecimiento, de unión, de integración, de naturaleza, de esencia, de desarrollo en plenitud. Por eso mi libro “Camino hacia el Sí Mismo” tiene un árbol en su portada.

Cuando pienso en el agua, pienso que es un elemento útil para cocinar, hidratarme, asearme, y a veces cuando voy al río, contemplo el agua y me relajo. Sin embargo, para mi hija  Daira que ha tenido desafíos de nadar 10 horas, que todos los días nada para entrenar, y la escucho decir: - hay que agarrarse en el agua, encontrar las corrientes adecuadas, somos agua-. Y además dice que “el agua es Vida”, que el agua la sostiene, que es vital y está viva, que se hace “una” con el agua, que el agua la sana. Entonces, Daira toma el “agua como un símbolo”, no así nuestros gobernantes que permiten la contaminación de nuestros ríos, lo ven como un lugar de desechos. En general el agua se suele ver como un elemento más, se toman las cosas de manera solo material,  sin alma, sin vida, sin significación, las vemos por su utilidad, no vemos lo invisible en eso visible. Vemos una piedra y es solo una piedra. Sin embargo, mi hijo Latino cuando era chico estaba fascinado por las piedras, las coleccionaba, tenía un libro sobre piedras, el veía algo en las piedras que yo no veía. Los niños están más cerca de lo simbólico que los adultos.

Y eso me paso en México, empecé a Ver las cosas con otros ojos, lo simbólico se me imponía, todo tenía significado, sentido. Todo me hablaba de la historia, de un gran pueblo originario que había sido conquistado, devastado, y aun así seguía vivo, en sus esculturas, su comida, su vestimenta, sus ritos, su arte, su medicina, su gente, porque todo estaba impregnado de un alma simbólica ancestral, no hacía falta palabras ni explicaciones.  Y es así que en México tuve una epifanía, una revelación: Sin símbolos, nuestra vida es un simple pasar, nos convertimos en autómatas, en consumidores, en devoradores de experiencia, de comida, de persona, de objetos, y vagamos por esta esta vida sin sentido, y así nos deprimimos y nos volvemos destructivos. 

Los mitos, los cuentos, los amores, los desamores, la sexualidad, la enfermedad, las crisis, los viajes, los sueños, las piedras y el agua,  el nacimiento y la muerte, todo puede ser visto como “símbolo”, y no solo como algo útil, o a padecer o disfrutar.   

Una cosa es leer o mirar un video sobre los símbolos, y otra cosa es vivirlo. El psiquiatra suizo Carl Jung se baso en este tema de los símbolos para entender la psicología profunda del ser humano (del que sufre y del que se expande), y él también vivió el símbolo y lo plasmo en el “Libro Rojo”. No lo comprendía del todo hasta que pude vivir el símbolo, a través del viaje a México. No significa que haya que viajar a México o a la India, puede ser en el patio de tu casa, en el río, en la montaña, o dibujando un sueño, solo se requiere abrir la sensibilidad, y ver más allá de lo aparente, permitir, que la fuerza de lo invisible se haga presente y te sientas sorprendido, sin palabras (poner la mente entre paréntesis), reconocer que somos parte de algo más grande, honrando el no entender del todo, tanto dolor en mí (y en el mundo), y a la vez tanta plenitud, hay que darle espacio a todo. Lo simbólico nos ayuda a apreciar el sentido de la vida, con sus sombras y sus luces, y transitar esta vida mortal, como si fuéramos eternos.