Básquet

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11/08/2020

En el podio de un Mundial, un sueño cumplido en Japón

Diego (11) en el final del triunfo ante Croacia. Una experiencia única.
Diego (11) en el final del triunfo ante Croacia. Una experiencia única.
Un 12 de agosto de 2001, con 18 años, el roquense Diego Guaita sumó una experiencia inolvidable: se colgó la medalla de bronce con la camiseta argentina en la cita ecuménica sub21. Casi 20 años después, tiempo del recuerdo.

Una experiencia única, un sueño cumplido. Vestir la celeste y blanca, la camiseta de tú país, jugar un Mundial y colgarse una valiosa medalla de bronce, luego de un inolvidable ascenso al podio, es una combinación perfecta, una que vale disfrutar y seguir disfrutando sin importar el paso del tiempo. El reloj temporal ya avanzó 19 años desde ese 12 de agosto de 2001 cuando en Saitama, Japón, el roquense Diego Guaita fue parte de un brillante seleccionado argentino que completó una espectacular actuación logrando el tercer puesto en el Mundial Sub21 de básquetbol. Casi dos décadas después, los recuerdos del interno están frescos y acepta la invitación de compartirlos.

Desde San Francisco, Córdoba y a horas de haber acordado su nuevo vínculo con Ciclista Olímpico de Santiago del Estero para volver a la Liga Nacional, Diego tiene muchos motivos para festejar, por su presente y por lo pasado. Lo vivido en suelo asiático es uno de ellos. Es un recuerdo que lo marcó y que le dejó una gran huella, una que lo acompañó en su gran trayectoria.

Con la camiseta número 11, Guaita era el jugador “13” y se alistaba para volver a ser protagonista de la vida de Boca Juniors y alentar a sus compañeros a la distancia, pero la lamentable lesión de Martín Leiva (ligamentos) provocó al llamado urgente desde el cuerpo técnico, encabezado por Fernando Duró, y el roquense, por entonces con 18 años, para propia sorpresa, tuvo que armar las valijas para viajar y afrontar, nada más y nada menos, que un Mundial.

El final ante Croacia y la salida del equipo argentino con Diego luciendo la número 11.

El resto ya está en la historia conocida. El jugador surgido en Deportivo Roca (jugó Liga y TNA entre 1997 y 2000) se sumó a Luis Scola, Carlos Delfino, Federico Kammerichs, Fernando Malara, Pedro Calderón, Matías Ibarra, Diego Ciorciari, Eloy Martin, Adrián Boccia, Juan Manuel Carrizo y Gabriel Mikulas para hacer historia grande. Triunfos ante Japón (93-56), Croacia (92-77) y Corea (98-74) dieron el pase a cuartos de final pese a las caídas ante Estados Unidos (84-71) e Israel (80-63). En cuartos llegó la gran alegría tras vencer a Australia (75-64) y en semifinales, luego de un gran partido, fue caída ante Estados Unidos (95-90) para ir y ganar el bronce ante República Dominicana (87-82).

“Quedé afuera de la lista final y era el jugador número 13 y los chicos salen de gira a jugar amistosos y mi presente estaba en Boca, con 18 años y jugando, pero me llaman para irme porque se lesionó Martín (Leiva). Me dicen que me tengo que ir a Japón y bueno, iba a viajar con mi poco inglés, básico, pero me confirman que viajaba con un jefe de equipo y eso me dio algo de tranquilidad, en particular porque era un viaje largo y de por medio, el tema del idioma. Lo cierto es que hicimos San Pablo, Brasil, hasta Canadá y de ahí a Tokio. Fue una cosa tremenda (risas) porque mi compañero sabía menos inglés que yo y no sé cómo hicimos, pero nos dimos a entender y llegamos de diez”, contó Diego sobre su particular mi primer viaje largo de la mano del básquet.

Pero la historia no quedó ahí en el camino a sumarse al resto del seleccionado. “Llegamos a Tokio y nos tenían que venir a buscar, pero como se retrasó nuestro vuelo, el equipo ya estaba jugando y no podían ir por nosotros. Ya había arrancado el Mundial y debía esperar. Así que el jefe de equipo me indicó que me fuera en taxi hasta el hotel del plantel y él se iba en otro a otro hotel en el que estaban dirigentes y otros colaboradores. Bueno, me subí al taxi y la idea era no dormirme porque dudaba en que el taxi me dejara en el hotel y tenía miedo de quedar dando vueltas. Pero el cansancio era tan grande porque fueron muchas horas de viaje, interminable, y me dormí. El taxista se portó de maravillas, me despertó y me dejó en el hotel. Y atrás llega otro taxi. ¿Y en él? El jefe de equipo. Así que fuimos en dos taxis al mismo lugar (risas). Es una simple anécdota sobre el largo camino para llegar. Después fue sumarse y empezar a entrenar y jugar”, agregó el jugador nacido el 1 de enero de 1983, de 37 años y 2,04 metros.


El día del bronce. Ya es historia el triunfo argentino y Guaita saluda a los dominicanos.

En la concentración, Diego compartió habitación con el “Yacaré” Fede Kammerichs, una de las grandes figuras que tuvo ese Mundial. “Fue una experiencia espectacular, teniendo protagonismo y con los minutos que se podían aprovechar teniendo en cuenta que estaba detrás de otros chicos que jugaban muy bien y además era chico y recién empezando. Todo fue hermoso y no se olvida más, como, por ejemplo, jugar ante varios jugadores que tuvieron muchos años de NBA como los estadounidenses Carlos Boozer, Chris Duhon y Caron Butler, el australiano Chris Andersen (Ndr: compañero de Emanuel Ginóbili en Italia) y el croata Bruno Sundov, entre otros. Son momentos espectaculares que te marcan en la carrera y que gracias a Dios y al básquet los pude disfrutar”, siguió repasando el experimentado jugador que es el de siempre, ese de perfil bajo y voz tranquila y pausada, ese que también se dio el gran gusto de ser campeón en la Liga con Boca Juniors, lograr el título sudamericano con la celeste y blanca en Cadetes (1999) y Juveniles (2000) y estar en los Juegos Panamericanos, con el seleccionado nacional mayor, en Santo Domingo 2003. Sin olvidar todo lo ganando en sus años de experiencia internacional en España.

“Ya pertenecer a ese grupo y estar en un Mundial era todo un logro para mí”
Una característica que tuvo Guaita, en todo su carrera deportiva, fue adaptarse a un rol determinado, hacer lo que le pedían y le piden y su constancia al trabajo y paciencia para esperar su momento. Con ella, y mucho más, llegó bien lejos y sigue siendo protagonista. A tal punto que Ciclista Olímpico, una especie de segunda casa, contará con él por tercer ciclo: el primero fue en 2009 hasta 2011, el segundo se dio entre 2015 y 2017 y el tercero se iniciará en breve luego de dos temporadas jugando en la Liga Argentina en Hindú de Resistencia y San Isidro de San Francisco.

Y en Japón empezó a consolidar virtudes y características. Llegó para sumar, para aportar, dar una mano y siempre fue consciente de ello. “Ya pertenecer a ese grupo y estar en un Mundial era todo un logro para mí. No jugué mucho, pero había compañeros con mayor experiencia y que hicieron un gran torneo. Pude jugar ante Corea (marcó sus únicos 2 puntos en la cita) y también sumé una buena cantidad de minutos en el primer partido ante Estados Unidos en la fase de grupos. Ese día no jugó Luis Scola y pude aprovechar para jugar mucho tiempo. Todo lo vivido fue soñado y subir a un podio algo increíble. No es fácil lograr quedar entre los mejores del mundo ante grandes potencias, pero Argentina lo hizo porque siempre da lo máximo y ese equipo lo hizo, porque hubo un gran grupo y de la mano de un gran entrenador como Fernando Duró, alguien que sigue hoy mostrando toda su capacidad. Fue y es un gran orgullo haber sido parte de esa camada de jugadores, de ese gran plantel”, destacó el ex jugador de Atenas de Córdoba, Lanús, Obras, Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia y Peñarol de Mar del Plata.

“La medalla está bien guardada y bajo llave”
La consulta sobre el destino de la presea de bronce ganada en suelo japonés no podía faltar y Diego sabe su paradero y también su futuro.
“La medalla está bien guardada y bajo llave. Está con otras camisetas, logros, reconocimientos y diplomas que he recibido. Todo está bien guardado, pero el presente me tiene todavía jugando y uno va de un lado a otro, siempre viajando y no tiene un lugar fijo. Sí lo tendrá a futuro cuando ya me asiente en un lugar y tenga mi sitio, mi habitación y todo ello ya está planeado. Incluso tengo una tía en Córdoba que tiene una vitrina hermosa y cada vez que voy a verla me recuerda que esa vitrina será mía y para esa medalla. Tuve la suerte que mis padres, desde que era chico, siempre guardaron todo y los recuerdos son siempre lindos y bien valorados. Todos juntos estarán en el mismo lugar en el futuro”, contó quien en España jugó en Fuenlabra, Ourense, Burgos y Tenerife.

Diego está a punto de iniciar su tercera etapa, su tercer ciclo en Ciclista Olímpico (Diario Panorama)

Con la amabilidad de siempre, Guaita agradece la invitación al recuerdo. Por un momento viajó casi 20 años hacia atrás para regresar a Japón, un país que vio brillar a un grupo de talentosos basquetbolistas argentinos que hicieron historia grande. General Roca y Río Negro dijeron presente y también quedaron en ella, de la mano de Diego. (TodoRoca)