26/01/2019

El tiempo fuera del tiempo

El tiempo fuera del tiempo
El tiempo fuera del tiempo
El psicólogo Gustavo Marín nos invita a reflexionar sobre el tiempo que nos dedicamos a nosotros.

A veces me preocupo en aprovechar bien el tiempo y evito estar sin hacer nada o trato por lo menos que mi mente este ocupada en algún pensamiento en concreto, para por lo menos resolver alguna cuestión.

En eso momento no soy consciente de algo que he vivenciado: que en los espacios “sin nada fijo”, sin hacer nada ni fijar pensamientos, es cuando la mente se relaja, y que es muy posible que desde ese “vacío”, a veces incómodo, surjan ideas creativas, o que conecte con lo que siento y no percibía, lo que estoy necesitando.

He escuchado a mi padre, a pacientes y a mí mismo decir: -no me alcanza el tiempo-, y esto hace que andemos acelerados, ansiosos, torpes, desencajados y hasta irritables. Ahora, cuando por fin “tengo tiempo”, cuando me alcanza y hasta me sobra, me abruma porque no se bien que hacer, porque lo quiero aprovechar a fondo, y en ese proceso me tensiono, me preocupo, me pongo ansioso por elegir bien y temeroso de desperdiciarlo.

Al dejarme llevar por mis ocupaciones diarias de trabajo, hacer las compras, cocinar y comer, pagar cuentas, llevar arreglar algo, limpiar la casa, el auto, cortar el césped, el deporte, estar con la familia, amigos, etc., me sucede que pocas veces me hago tiempo para estar solo y escuchar música, o leer, escribir, pintar. Pero como decía, cuando tengo ese tiempo, no se que hacer, que elegir entre tantas cosas que quiero hacer, y aprovechar el tiempo.

Con este asunto del tiempo y llegar a sentirme limitado, prisionero de él, un domingo que estaba solo, decidí revelarme, y “perder totalmente el tiempo”.

Me levante a la hora que quise, deje apagado el celular, almorcé lo primero que encontré, y me tire en el sillón, sin ninguna idea concebida, hacer lo que me surja, nada de “debería o tendría que…”.  Y el impulso fue quedarme echado, dormitando, mirando un pino del vecino como el viento lo movía.

Solo me levantaba cuando me daba hambre. No me dieron ganas de hacer nada más y lo respete. A pesar de la quietud externa, por dentro había un gran revuelo, brotaban sensaciones y sentimientos, estados emocionales que no podía describir, algunos eran como decir -agridulces-, a veces intensos, a veces suaves. Y por supuesto, las imágenes y pensamientos también super activos, y me pasaban todos los asuntos de mi vida. Pero intentaba no quedarme ni profundizar en ninguno, solo darles espacio y ver lo que me hacían sentir.

Y así “perdí” todo el día desde mi bunker “el sillón”, pasé desde la intensa luz del Sol, hasta la profunda noche oscura.

No fue un disfrute, tampoco una tortura. Fue tan solo un estar conmigo, sin condiciones, sin la atadura del tiempo y de lo que debería hacer para no perderlo. Quizás un descanso del Alma. Un espacio depurativo. Me salí de lo productivo en todo sentido. Me abandone, me rendí y podría decir que me acerque a toda mi locura interior y al mismo tiempo sentía la Paz, ya que nada era juzgado, no había lucha, nada me pedía ni me exigía a mí mismo, solo me dejaba Ser.

Creo que todas nuestras concepciones de aprovechar el tiempo, de hacer rendir el día, de no perder el tiempo, pueden ser bien intencionadas, aunque son para tomarlas con cautela, ya que nos pueden hacer esclavos del Dios Cronos y sacarnos de nuestro presente que es donde la vida vibra y somos conscientes de nosotros mismos. Si el tiempo nos apura podemos llegar a descentrarnos, nos desconocemos, nos perdemos a nosotros mismos, terminamos funcionando en automático por mandatos sociales, familiares que indefectiblemente nos traerá ansiedad y frustración.

Eckhart Tolle dice que la Mente es Tiempo, por lo tanto si nos salimos de la Mente, nos salimos del tiempo cronológico que apura, aunque sea ahora, por un rato, y nos hacemos conscientes de nuestra respiración,  lo que queda es el Tiempo Vivencial, el tiempo sensible de las emociones, del instante presente, donde todo es aceptado, donde nos conocemos, donde nos amamos, en donde lo común se vuelve una ceremonia, algo sagrado, con sentido,  es un Tiempo fuera del Tiempo.